Bebiendo los últimos rayos de luz, de este pequeño y tibio sol, de los últimos días de invierno. Te pienso despacio, como se piensa lo que ya se fue. Ya es hora de un vuelo nuevo, es hora de mis sueños, y por eso me esfuerzo, porque lo añoro. Pero duele. No como antes, sino más hondo. Duele porque sigo aquí, porque sigo esperando algo que ya no existe. Y en el intento de avanzar, me arrastro con las alas rotas, sin saber si vuelo o solo caigo más lento. Mis sueños ya no brillan, son susurros lejanos de una vida que no sé si merezco. Y me esfuerzo, sí, pero no siempre por vivir… a veces solo por no morir tan pronto.

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