Yo no soy de quejarme y mis venas, ya no piden por ti. Todo se vuelve una dulce calma, y mi voz ya no suena a agonía.
Admito que he llorado, que debaste todo mi ser y que todo lo que hacía era para llamar tu atención. Porque te creí especial y que no había otro ser...
El miedo acecha mis sueños y me vuelvo pequeño y débil, tan débil y frágil, como cuando nací.
Comentarios
Publicar un comentario