El miedo se reflejaba en su rostro, en sus ojos y nadie podía hacer nada...
Desesperación... estaba acorralada. No hay paredes que trepar, ni caminos donde correr, ni refugio donde esconderse.
No quisiera sentir, lo que pasaría por su mente, cuando llegue la noche. Cuando estás acostado y apoyas la cabeza en la almohada, y apagas la luz.
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