En sus ojos pude ver el miedo a la muerte, fue tan real, que también tuve miedo. También lo sentí...
No había esperanzas, y en el fondo ella lo sabia. Su luz se estaba apagando, poco a poco, como una fogata sin alimento.
Su pecado fue la vanidad, y ya no había perdón ni salvación, no en esta vida.
La Belleza encegese, no solo a los ojos. Por eso la idolatramos.
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